En barrio Alberdi, de Río Cuarto, Jorgelina y Martín son protagonistas de una historia de amor que llenó el alma de toda una familia.
En pleno barrio Alberdi de Río Cuarto, donde la rutina familiar se alterna entre trabajo, escuela, actividades y la mesa larga de cada día, Jorgelina Ávila y Martín Núñez tomaron una decisión que transformó para siempre su hogar. Fue a partir de la adhesión al programa Más Familias, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano del Gobierno de Córdoba, que este matrimonio —padres de cuatro hijos y abuelos de una niña— abrió sus puertas, y sobre todo su corazón, para recibir a una niña preadolescente que necesitaba contención y un entorno afectivo estable.
En el caso de la familia Núñez, la decisión no nació de un plan previo sino de la urgencia y la sensibilidad. Al respecto, la directora de Fortalecimiento Familiar, de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) de Córdoba, Liliana Gaitán, explicó que el programa “Más familias” representa una ampliación del programa “Familias para Familias”, consolidado a partir de una política de más de 17 años de trayectoria creada para evitar la institucionalización de niños, niñas y adolescentes cuando deben ser separados de manera transitoria de su entorno de origen, conforme a la Ley 9.944, art. 48 (medidas excepcionales de protección de derechos).
Gaitán precisó que a partir de la ampliación de su alcance, la iniciativa sumó tres nuevas líneas de acción articulando así cuatro dispositivos de cuidado y vinculación: “Familias de Resguardo Inmediato”, que brinda contención en situaciones de urgencia por plazos breves (hasta 30 días) dentro de medidas de protección integral; “Familias para Familias”, que brinda acogimiento y cuidado en el marco de una medida excepcional hasta el retorno con la familia biológica o la declaración de adoptabilidad; “Familias de Referentes Socioafectivos”, un dispositivo orientado a generar lazos vinculares con infancias en residencias estatales o de gestión asociada, con la meta de alcanzar una convivencia estable si es posible; y “Familias de Acompañamiento y Apoyo”, que acompaña a madres, padres o referentes de origen con dificultades de cuidado para evitar la adopción de medidas excepcionales, operando como sostén comunitario de protección integral. La información está disponible en https://www.cba.gov.ar/programa/mas-familias/
En el caso de Jorgelina, que desde años acompaña a mujeres en situaciones de vulnerabilidad, recibió el pedido de carácter urgente: resguardar por un fin de semana a una niña. Y junto a su esposo Martín, no lo dudaron. La recibieron en su hogar y la sentaron en la misma mesa familiar junto a sus hijos. Allí, sin pensarlo, iniciaron un camino que hoy definen como “una de las experiencias más valiosas” de sus vidas.
Con el correr de los días, el vínculo empezó a tejerse naturalmente. Los hijos del matrimonio —de distintas edades y etapas— la integraron con la espontaneidad de niños que solo se aprehende en hogares donde el afecto es moneda corriente. “Somos una familia numerosa y eso ayudó a que ella se sintiera parte rápidamente” , cuenta Jorgelina.
Decisión de vida
Pero la decisión más importante llegó meses después, cuando la niña ya había sido reasignada a otro hogar de acogimiento en el que no llegaba a adaptarse en su totalidad. Fue en una charla familiar, durante las vacaciones, donde dialogaron sobre la situación de la niña y en la que todos coincidieron en un punto: que volviera a vivir con ellos.
Y no por unos días, no hasta resolver una urgencia. Sino para siempre.
“Nos adaptamos. No fue nada imposible” , resume Martín, pastor evangélico y habituado a una vida social activa. “Uno cree que todo se desorganiza, pero en realidad solo se acomoda distinto. Ella se integró a nuestra rutina como una hija más” , agregó.
El matrimonio se expresa con la serenidad de quien habla desde la experiencia real: horarios nuevos, tareas compartidas, reglas iguales para todos y un cartel en la habitación con sus responsabilidades, como el resto de los chicos. El mayor impacto, sin embargo, se vio en ella, porque cuando llegó, guardaba silencio y dificultad para expresar emociones. “No hablaba. La psicóloga nos decía que era muy difícil conectar” , recuerda Martín.
Pero el tiempo en familia hizo lo suyo: empezó a conversar, a reír, a integrarse en la escuela, a sumarse a actividades sociales y solidarias. “Solo por estar en casa, ya empezó a transformarse” , sintetiza Jorgelina, con la emoción de quien fue testigo de un proceso profundo.
Hoy, con 13 años, la adolescente es parte plena de la familia. Participa de las charlas familiares, acompaña las actividades de la Iglesia, se integra a las acciones sociales que realizan y hasta cuida a la nietita que completa la escena familiar. En palabras de Martín: “Se pelean como hermanos, se acompañan como hermanos. Eso nos muestra que algo estamos haciendo bien” .
Amor que moviliza cambios
El mensaje que este matrimonio comparte es claro y directo: “No hace falta tener grandes recursos ni una estructura perfecta. Solo hace falta amor, predisposición y entender que, incluso si es por un tiempo, ese tiempo puede cambiar una vida” , afirman.
También remarcan la necesidad de sumar familias dispuestas a recibir a niños mayores, quienes muchas veces quedan sin opciones por temores infundados. “Los chicos necesitan un hogar que los abrace, nada más. Lo demás se acomoda” , añade.
Al respecto, la directora de Fortalecimiento Familiar de SENAF sostiene que el objetivo central de “Más Familias” es, por un lado, evitar nuevas institucionalizaciones y, por otro, desinstitucionalizar a niños sin medida excepcional vigente o con adoptabilidad declarada que aún no accedieron a familias adoptivas, especialmente grupos de hermanos, infancias mayores o con discapacidad.
“Hay amor de sobra para dar” , concluye Martín, con una sonrisa serena y una certeza que no necesita grandes discursos, porque a veces, cambiar una vida comienza simplemente abriendo una puerta.
