Debido a la serie de saqueos y violentas protestas registradas en todo el territorio durante el fin de semana, el presidente de Nicaragua Daniel Ortega, cedió este domingo y anunció la derogación de una polémica reforma con ajustes al Seguro Social.
El saldo de las masivas y extensas manifestaciones, las más largas en los 11 años de gobierno sandinista, es de al menos 28 muertos.
Cadena nacional
El presidente Ortega dijo que la decisión busca “facilitar la discusión y el diálogo amplio entre el Gobierno, trabajadores, empleadores y que se restablezca la paz”.
El mandatario aseguró que el consejo directivo del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que sancionó el 14 de abril la cuestionada reforma, ahora la estaba “revocando, o sea, cancelando”.
Cambio
La reforma implicaba un aumento hasta en 22,5% de las cuotas de trabajadores y patrones al Seguro Social, y disponía una rebaja del 5% a las jubilaciones de miles de nicaragüenses.
Entre otros motivos, el duro ajuste es porque Nicaragua debe enfrentar el recorte a la ayuda financiera que en los últimos años le llegaba del chavismo venezolano, que hoy enfrenta su propia crisis.
Protesta
Dos días luego de anunciada la reforma al sistema previsional las protestas populares estallaron en todo el país. Y la escalada de tensión y violencia llegó a tal punto que generó la reacción de Naciones Unidas, el papa Francisco, los gobiernos de la mayoría de los países de América y organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional.
Este domingo, antes de la revocatoria, Estados Unidos había condenado “la violencia y el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y otras personas contra los civiles que ejercen su derecho constitucional a la libertad de expresión y reunión”.
Este domingo, antes de la marcha atrás de Ortega, el caos seguía envolviendo a Managua, con cientos de heridos y detenidos por la represión, y saqueos como el del Mercado Oriental, el más grande del país.
Los soldados del Ejército se mantenían desplegados en varias ciudades, tras un noche de caos y violencia. Además de los saqueos, los autos coparon las estaciones de servicio por miedo a que se acabara el combustible.
Y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, urgió a Ortega a que “deponga su actitud arrogante, escuche al pueblo, ábrase a dialogar con toda la sociedad, sienta el dolor de tantas familias y colabore con la paz”.