El presidente electo Jair Bolsonaro se decidió por una figura nada conocida para ocupar el ministerio de Educación. Se trata del colombiano Ricardo Vélez Rodríguez, indicado para el puesto por el amigo personal del futuro mandatario Olavo de Carvalho.
La designación de un colombiano creó conmoción en los medios educativos y académicos de Brasil, un país que cuenta con una larga tradición de especialistas, entre ellos el célebre Paulo Freire. Entre otras cosas, porque el designado reivindicó explícitamente el golpe de Estado de 1964. También es un promonárquico.
El colombiano Vélez Rodríguez escribió en su blog, en septiembre último: “Todas las escuelas deberían tener Consejo de Ética que velen por la rectitud moral de los alumnos”. Y agregó: “No se trata de juntas de censura, sino de institucionalizar la reflexión sobre la metodología que cada escuela usa para corresponder a esa exigencia”.
El futuro ministro proclama la “necesidad” de refundar el ministerio que le tocó en suerte y que “padece” una estructura destinada a “desmontar los valores tradicionales de nuestra sociedad». Y añade que son los valores de “la familia, la religión, la ciudadanía, en suma: el patriotismo”.